jueves, 25 de septiembre de 2014

286 EXCURSIÓN A LAS HOCES DEL RÍO RIAZA

EXCURSIÓN A LAS HOCES DEL RIO RIAZA

Ayer fue uno de esos días que los de la ruta de senderismo, retomamos otra vez esa actividad de volver a ponernos en marcha, después de haber permanecido inactivos durante la época veraniega.

La cita era a la hora de costumbre, siete de la mañana en el lugar habitual, puntuales a la hora prefijada, allí estábamos los que nos solemos apuntar a este tipo de actividad por llamarlo de alguna manera o esos que tenemos poco que hacer y que invertimos nuestro tiempo en peregrinar por determinados parajes de nuestra geografía.

Nuestro destino estaba a unas tres horas de autocar desde el punto de partida, pues era Montejo de la Vega, un pueblo segoviano, a orillas del río riaza, desde donde emprendimos la marcha en dirección contraria al discurrir de las aguas del mismo hasta llegar o adentrarnos en esas paredes, barrancos o revueltas con forma de hoz que el río ha creado con el discurrir de sus aguas.

Los acantilados se sucedían unos a otros y los carroñeros o un grupo de ellos sobrevolaban nuestras cabezas esperando u oteando desde sus miradores o desde las alturas por si alguno desfallecía.

Afortunadamente no tuvieron suerte, porque todos llegamos a nuestro próximo destino que era la presa o los muros de contención del embalse de Linares del Arroyo después de haber recorrido unos doce kilómetros.

 Por la carretera que debió dar origen a su construcción salimos de los acantilados y en la cima de ellos no esperaba el autocar para recogernos.

De allí nos dirigimos a nuestro siguiente destino, el lugar donde íbamos a reponer fuerzas del desgaste sufrido, un restaurante o mirador con vistas al embalse y perteneciente al pueblo de Maderuelo, que se encontraba otro lado del mismo.

Repusimos líquidos en la terraza del mismo con un refrigerio y pasamos al comedor, para degustar unos pimientos del piquillo rellenos de un compuesto con sabor a bacalao y fécula, en salsa o crema de tomate, aromatizada con especias y de segundo un lechazo al horno jugoso y exquisito con su correspondiente ensalada, postres y cafés.

Emprendemos marcha nuevamente con destino a otro pueblo llamado Ayllón, donde visitamos una iglesia románica y un museo, para una hora más tarde poner rumbo a esa ciudad bañada por el Esgueva y el Pisuerga, donde habíamos recogido a unos compañeros que se habían sumado a la expedición y de allí regreso a nuestro lugar de origen o esta ciudad dorada y maravillosa surgida o creada a orillas del Tormes.

Desde mi séptimo cielo o este lugar donde resido habitualmente, ese charrito extremeño que relata estas historias sin importancia, un saludo.


Managuper.

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