A CADA CERD@ LE LLEGA SU
SAN MARTIN
Hará cuestión de quince
o dieciséis días que se celebró la festividad de dicho santo en
nuestra ciudad, patrono de esos que se dedican a hacer limpieza y a
mí aunque sea con esos días de retraso, me ha llegado la festividad
del mismo.
Lógicamente me estoy
refiriendo a mi ex.
Una persona con quien me
casé por intentar ayudarla o sacarla de la miseria donde estaba
sumida.
Me pidió compartir con
ella todo lo que tenía, que era bastante, aunque ella no tenía
nada, así lo hice y el pago recibido durante esos veinte años de
matrimonio, solo se convirtió en desánimo, desamor, desilusión y
desencanto.
A los veinte años, se
cansó de mí, me dijo que ya no me quería y se fue a vivir con
otro, después de haber llevado una vida cómoda, caprichosa,
placentera y prácticamente sin preocupaciones, porque solo hemos
tenido un hijo y yo no soy nada exigente.
No se me ha olvidado lo
que me dijo mi ex suegra el día que me casé con ella, la cual me
dijo lo siguiente: !muy bruta es¡ no sé yo si la vas a poder
dominar, a lo que yo sencillamente le contesté: no tengo por qué
dominar a tu hija, ya se convencerá por sí misma.
El caso es que no se
convenció y después de esos veinte años transcurridos, decidió
separarse.
Hemos estado seis años
separados, porque mi hijo, se puso de parte de ella o esa parte más
débil por así decirlo, ya que no trabajaba ni en el hogar, ni fuera
de casa, aunque le di sus oportunidades para que pudiera hacerlo.
Por no dejarlos
desamparados, accedí a darles casi todo lo que me pidieron, no
poniéndoles ningún impedimento, aunque a mi hijo lo hemos tenido
compartido, quiero decir que si estaba con su madre de lunes a
viernes al mediodía, el fin de semana, lo pasaba conmigo.
El trato o el acuerdo
que teníamos, era el siguiente, de los 2.300 euros que yo percibía,
1.000 eran para mi ex, 300 para mi hijo y otros 1.000 para mí.
Aunque también se me
imputaron los gastos de carrera de mi hijo unos 6.000 euros anuales
durante cinco años.
Cansado de ser tan
bondadoso y magnánimo, el año pasado me enteré que estaba viviendo
con otra persona por lo que he decidido divorciarme de ella.
Y hoy por fin, le ha
llegado su día, aunque para poder hacerlo la he tenido que
indemnizar con unos 12.000 euros, cosa que no me importa porque para
mí lo menos importante es el dinero.
Pero por fin y gracias a
Dios, voy a poder darle su merecido y devolverla a sus miserias,
aunque me haya costado un dineral porque mi hijo decidió hacerme
justicia después de separarnos y le dio el 50% del capital que
tenía acumulado o ahorrado incluso de antes de casarme con ella.
He tratado de conseguir
para mi hijo la tercera parte del capital que había en común, para
que recibiera su parte correspondiente, porque entiendo que si un
matrimonio es una sociedad los hijos habidos en el matrimonio,
deberían formar parte de esa sociedad y más cuando ya han alcanzado
la mayoría de edad y si llegado el momento de ruptura, la sociedad
se disuelve cada socio debería recibir su parte correspondiente.
No lo he conseguido
porque las leyes en este país están mal hechas o mal creadas y solo
reconoce el 50% para la esposa y el otro 50% para el marido y a los
hijos no los tienen en cuenta para nada.
Pero la justicia o la
injusticia en este país están establecidas así y si se disuelve un
matrimonio, no se reconocen los derechos que los hijos habidos en el
matrimonio deberían tener.
Yo tengo mi conciencia
tranquila porque le he dado más o menos esa tercera parte de lo que
me ha quedado que entiendo es lo que debe recibir, parte que ha
cobrado en efectivo y la otra le ha sido retribuida en esos cinco
años de carrera.
Por tanto si alguien le
adeuda algo es su madre, que debería haberle dado la tercera parte
de lo que se ha llevado, si no se lo da, se lo adeudará toda la
vida.
Aunque he tratado de
demostrarlo así ante la justicia, esta no ha querido reconocerlo,
pero a mi me gusta ser justo.
Después de haber logrado
mi divorcio, aunque para ello he tenido que llegar a un mutuo acuerdo
con mi ex, porque la justicia lo único que hace es sacar tajada de
cualquier conflicto que haya, he logrado recuperar mi libertad y
duplicar mi valor al quedar exento de tener que pasar esa pensión
alimenticia tanto a mi ex como a mi hijo.
Como no tenía de que
acusarme, acabó por acusarme de malos tratos psicológicos, solo
porque una vez se me ocurrió decirle que era una inútil, ya que no
sabía hacer casi nada y tampoco quiso molestarse en aprenderlo.
Todo en esta vida se paga
y espero que mi ex un día reciba su recompensa.
La vida es así de cruel
a veces, de la noche a la mañana se puede pasar a ser una verdadera
miserable, antes valías 1.000 euros, ahora te has devaluado y ya no
vales nada.
Puede que no haya hecho
las cosas todo lo bien y deseables que hubiera querido, pero no me
gusta que se me acuse de algo que no es cierto y aunque a mi hijo le
pueda molestar que publique ciertas cosas de su madre porque
posiblemente esté más encariñado con ella que conmigo, lamento
decirle que lo siento, pero si quiere aceptarme como padre, tiene
que aceptarme como soy y conociendo la verdad.
No tengo odio ni rencor a
mi ex, a pesar de lo cochinamente que me trató durante esos veinte
años de convivencia, ni tampoco siento celos de esa persona con la
que cohabita, por tanto nada tiene que temer, pues solo me es
indiferente.
En agradecimiento a ese
hijo que compartimos he sido excesivamente generoso con ella aunque
no se lo merezca, a partir de ahora solo será un vago recuerdo o
una pesadilla que trataré de olvidar lo antes posible porque para mi
este nuevo año comienza una nueva vida, sin responsabilidades o
cargas familiares de ningún tipo, porque he quedado exento de las
mismas, según los documentos que lo acreditan, solo seré
responsable de mis actos a partir de ahora.
Desde mi séptimo cielo
hasta una próxima.
Managuper.
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