COSAS DE UN DÍA DE MARCHA
Hace mucho que no hago
ningún relato sobre esas marchas que venimos realizando una vez al
mes o cada quince días en esa asociación a la que pertenezco y que
tan dignamente realizan esos compañeros que se encargan de
organizarlas, que lo hacen de una forma desinteresada y que los que
acudimos a ellas solo hacemos que crearles problemas, unas veces
porque no cumplimos las normas que todos deberíamos cumplir y otras
porque los hay que quieren ir de libres y se creen más listos que la
mayoría.
Todo esto viene a cuento
de que en la última que hemos realizado a un paraje idílico como es
el de la Batuecas, alguien con unos desconocimientos del ambiente que
le rodeaba, o que no sabe bien como orientarse, o que las aguas
discurren en el sentido de la vertiente que las arroje, se perdió.
No entiendo como si se
sube el cauce de un rio en el sentido contrario al discurrir de sus
aguas, aunque te adentres en sus entrañas siguiendo su cauce y el
regreso sea por el mismo sitio por donde antes has pasado aunque sea
el sentido contrario, puedas perderte.
Por mucho que intente
entenderlo, no encuentro excusas para esa persona, porque solo había
un camino que era el mismo tanto para la ida como para la vuelta.
Es muy bonito dar la nota
o hacerse notar, querer salir en los medios de comunicación, o que
hablen de ti, pero también hay que ser del genero gilipollas si es
esto lo que ha pretendido hacer.
Que la guardia civil, o
esos que se dedican al rescate de personas, ya sean helicópteros,
montañeros, embarcaciones o los medios que sean, si cobraran por
esos servicios que prestan a esas personas imprudentes, temerarias o
inconscientes, los servicios que le prestan, que es lo que deberían
hacer, o le hubieran dejado pasar una noche en plena naturaleza, para
que los miedos, fobias o temores se apoderaran de él, quizás se le
quitarían las ganas de volver a hacerlo.
Pero mientras todo sea
gratuito, cualquiera puede decir pues llamo al 112 y que vengan a
rescatarme en helicóptero porque no se podía acceder de otra
manera y más no habiendo cobertura telefónica, como en este caso.
Las imprudencias deben
pagarse, otra cosa son los accidentes, una rotura, una torcedura, o
una caída, las cuales si deben atenderse, pero cuando la imprudencia
la cometes tú porque quieres o te da la gana, no estoy de acuerdo en
que sea benéfica o gratuita.
Haciendo esto, solo
conseguiremos que esas personas que se dedican a organizar estas
excursiones, viajes o marchas, se acaben rindiendo a la evidencia y
dejen de hacerlo.
No soy quien para decir
lo que se debe hacer, o las medidas que se deben de tomar para que
esto no suceda, solo me limito a exponer mi sincera y modesta
opinión.
Aunque tengamos un seguro
que cubre las necesidades primarias o gastos que se ocasionen por
accidentes, lesiones o traslados, las temeridades, insensateces o
imprudencias, deberían ser por cuenta y riesgo del que las origine y
más cuando como este caso las victimas hemos sido los demás,
pensando que le podía haber sucedido algo.
Desde mi séptimo cielo,
un cordial saludo.
Managuper.
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