¿Qué somos el infierno o
el paraíso?
Depende para quién y
para qué, indudablemente que habrá versiones para ambos gustos,
para algunos seremos el paraíso de la corrupción, de la droga, de
los nárcos y de toda esa gente de malvivir, que encuentran en
nuestro país permisivo con todo, con unas leyes excesivamente
blandas, porque han abolido la pena de muerte y las condenas en las
cárceles, por severas o duras que sean, no llegan a superar los
treinta años de condena aunque te echen trescientos y que por buen
comportamiento o por engañar al psicólogo de turno o
arrepentimiento pueden quedar reducidas a una tercera o cuarta parte
de su condena.
Solo es necesario saber
mentir, fingir, pedir perdón, decir que estás arrepentido de lo que
has hecho, que no volverás a hacerlo, aunque cuando te pongan en
libertad vuelvas a hacer lo mismo o cosas peores.
Pero en este país sin
leyes, sin control, de acogida de vagos, de maleantes o de
indeseables, en el que puedes ser denunciado por cosas absurdas,
ridículas, sin sentido, o por maltrato a animales, plantas u otros
seres o por dichos y publicaciones, porque somos un país democrático
o dedocrático, porque la gran mayoría de esos que nos gobiernan,
han sido puestos o nombrados a dedo, bien porque hayan puesto su
culo, por ser agradecidos, por ambición o por favores o servicios
prestados o por otros motivos.
Las leyes solo se han
creado para esos que las venimos cumpliendo desde hace sesenta,
setenta y ochenta años, los demás parecen estar exentos de tener
que cumplirlas.
Encima de ser los mas
desfavorecidos, los que menos beneficios hemos recibido o los que nos
han dado más palos, a pesar de haber sido los que más hemos
contribuido al beneficio de este país, porque hemos tenido que estar
a las duras y a las maduras, ahora resulta que cualquiera que venga
de fuera tiene más derechos o más privilegios que cualquiera de
nosotros.
Me parece muy bien que
los que vienen huyendo de conflictos, guerras, calamidades y otros
desastres naturales, les demos acogida, pero que los hijos de puta, o
esos que vienen a atentar contra la vida de los demás o a trapichear
con drogas, estupefacientes, sustancias prohibidas o a enriquecerse a
nuestra costa, a beneficiarse de nuestra seguridad social o a matar a
personas que solo se limitan a cumplir con su deber.
Pienso que todos estos
indeseables no deberían tener cabida en nuestro reino, o que esos
que los amparan o protegen no deberían regirnos o gobernarnos.
Así que señora Pastor
como presidenta del gobierno de este país o pastora de tod@s esos
borreg@s que tiene en su redil llamado parlamento, póngale usted un
cencerro a tod@s esos parlamentar@s que no saben comportarse y
mándelos usted a los Pirineos, para que puedan campar libremente por
ellos y a través del cencerro podámos localizarlos.
Soy hijo de un pastor de
ovejas, carneros y borreg@s y sé muy bien como hay que tratarlos,
porque lo he mamado desde pequeño, así que si necesita usted de mis
consejos, pídamelos.
Nada puede ser real, todo
puede ser natural, o producto de una imaginación como la mía o como
la tuya, que puede ser más malvada, perversa o peor que la mía.
Que cada país, nación o
estado, o comunidad, aguante a sus indeseables, que los demás no
tenemos porque hacerlo.
Pienso que debería
existir un control, para que tod@s es@s
indeseables no pudieran circular libremente por donde les apetezca.
Si yo no voy a
molestaros, o si lo hago voy en plan pacifico, de visita o de
turismo, haced lo mismo y seréis respetados, admirados, queridos y
bien acogidos.
Si no sabéis hacerlo, no
pidáis lo que no debéis.
Para ser querido,
respetado, admirado o aceptado, no rompas las normas de convivencia
de la comunidad que te acoge.
Desde mi séptimo cielo,
mi residencia habitual o este lugar que ocupo o este paraíso en el
que convivo, porque no conozco otro mejor, un cordial saludo.
Managuper.
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