DE EXCURSIÓN POR LOS BOSQUES DEL AMBROZ
Bonito lugar para visitar, disfrutar y pasar un día maravilloso y
soleado, entre nogales, castaños, fresnos, alisos, robles, alcornoques, olivos, y
árboles frutales, como manzanos, perales, cerezos, y demás.
La ruta la comenzamos en Hervás, donde los más atrevidos, estábamos
dispuestos a emprender una marcha de dieciocho kilómetros hasta llegar a ese
destino que teníamos prefijado de antemano por nuestro organizador, o ese que
nos obliga a peregrinar por unos senderos, algunas veces angostos, estrechos,
cuesta arriba y no diré que de difícil acceso, porque cualquier dificultad la
superamos con creces,.
Solo es cuestión de tomárselo con calma, marcarse un ritmo e intentar
estar a la hora prefijada en el punto determinado.
Normalmente casi siempre acabamos cumpliendo y llegamos a nuestro
destino en ese espacio de tiempo calculado o establecido de antemano.
El panorama que ante nuestros ojos se vislumbraba, era majestuoso, un
valle en pleno esplendor, teñido por esos colores otoñales, contrastando
con esos otros producidos por la caída de la hoja de esos árboles, que están
empezando a despelotarse por la caída de su hoja, hay que ver lo valientes que son, cuando más frío hace se despojan de sus vestiduras y se quedan en pelota picada para pasar el invierno, mostrándonos su esqueleto o su estructura leñosa.
El colorido era muy variado o variopinto, con rojos, marrones, amarillos, naranjas, cobrizos, grises o esas diversas tonalidades de verdes, unos mas intensos y otros más claros y un azul celeste que nos acompañó durante todo el día, porque ese que nos ilumina, quiso que disfrutáramos de su luz radiante durante todo el día.
Los castaños, fresnos, alisos y robles en el primero de sus tramos nos
daban cobijo y sombra en el primero de los tramos, donde los repechos eran casi
constantes, precedidos de algunos un poco más llanos, aunque casi siempre en
ascenso, para después de hora y media de marcha llegar a una zona, donde
podríamos decir que estamos a un nivel medio, entre lo que es el valle y la montaña por tanto diremos que nos encontrábamos en la
cintura de su falda.
Donde repusimos fuerzas, nos reagrupamos y después de un ligero
descanso de quince minutos, emprendimos nuevamente la marcha, atravesamos un
pueblo llamado Gargantilla y la vegetación cambió de diversidad, los castaños majestuosos y de una altura
impresionante, quedaron a nuestras espaldas, ahora solo nos acompañaban,
fresnos, cerezos, manzanos, olivos, encinas, robles y alcornoques.
Pequeños huertos, prados, olivares, o diversos árboles frutales, nos
acompañaron durante un trayecto del camino, para a continuación entrar en una
zona donde lo predominante, eran encinas, robles y alcornoques.
Llegamos a otro pueblo llamado Segura de Toro, donde nos volvimos a
reagrupar y de allí partimos hacia nuestro destino final un pueblo llamado
Casas del Monte, situado en la ladera de la montaña que le da cobijo o brigada.
En este pueblo y en un paraje idílico, donde hay una piscina natural y
un restaurant en la parte más alta del mismo, teníamos prevista y acordada la
hora de la comida.
Tomamos un refrigerio para reponer los líquidos perdidos durante la
marcha y degustamos un cocido extremeño, con su sopa de fideos, sus trompos
correspondientes, aunque alguno había negro, los racistas tuve ocasión de
comprobar que no se los comieron (supongo que sería por miedo a que se
contagiaran de ébola) y su guarnición correspondiente, consistente en un
relleno, chorizo, morcilla negra o de vientre, muslos de pollo, costilla de
cerdo, carne de morcillo y su trocito de tocino correspondiente.
Todo ello regado con vino de la tierra cosechero o de pitarra,
embotellado con el nombre del restaurant que lo comercializa y de postre un
trocito de tarta casera y su café correspondiente.
Hubo juegos de cartas para esos que se distraen de esa manera y otros
se fueron de marcha o a pasear por el pueblo o se quedaron disfrutando en la
terraza del sonido del discurrir de las aguas de ese regato llamado o conocido
con el nombre de Garganta Ancha que vierte sus aguas al Ambroz.
A las seis regreso, a nuestro punto de partida y el cobrador del frac
se encargó de que nadie dejara de pagar esa cuota correspondiente por los
servicios prestados.
Y de esta forma ha transcurrido un día más ese peregrinar que nuestro
guía nos programa, cada vez que hacemos senderismo por esas rutas pintorescas y
turísticas que nos suele llevar, a quien agradecemos de corazón su interés
desinteresado ya que lo hace de una forma totalmente gratuita y generosa,
Desde mi séptimo cielo quiero agradecérselo, por lo bien que lo
organiza, por las molestias que se toma y por todo el interés que pone que todo
salga bien, y porque es un verdadero Borrego, ya que ese es uno de sus apellidos concretamente el paterno, aunque cuente con la ayuda de otros compañeros.
Managuper.
Managuper.