EL MADRIDISMO ¿UNA RELIGIÓN?
Solo le falta al Presidente de la margarita (como yo lo llamo), o ese
del que he inventado uno de los mejores chistes que se pueden haber hecho de él,
que lo pusieran como asignatura en los colegios de enseñanza.
Os pongo el chiste porque si no los que no me hayáis leído no sabéis de
que va:
Dicen que Florentino va a hacer un pis al servicio que hay detrás de su
palco, mete la mano en la entrepierna y saca una margarita, al ver a ésta,
asustado, ¡grita!:
¡Flor en ti no! Yo quiero un capullo como los de Nou Camp.
Con esto de haber conseguido esa décima por la que tanto han añorado
esos que tienen su mente en blanco, porque les falta ese hilillo grana o
sanguinolento que normalmente es necesario para que las neuronas funcionen
correctamente bien.
Aunque la forma de conseguirla haya sido un tanto injusta, como ya he
dicho en otro de mis escritos, porque el gol que marcó Sergio Ramos para
empatar, fue fuera de un tiempo que no debería haberse alargado, puesto que el árbitro
no había mostrado ni una sola tarjeta por perdida de tiempo.
Y si los cambios efectuados entre ambos tiempos fueron seis, el tiempo
de alargue deberían haber sido tres minutos, uno que alargo en el primero y dos
que debería haber alargado en el segundo, ya que son 30 segundos por jugador.
Por tanto queda demostrado que el gol marcado por Sergio, fue marcado
fuera de ese tiempo que debería haber sido el reglamentario.
Yo sé que esto os resulta muy difícil de comprender no solo para los
que tenéis vuestra mente en blanco sino para otros muchos que no tenéis ni
puñetera idea de fútbol.
Solo hacen que decir disparates, hacer comparaciones idílicas, o sermonear
para gente inculta o casi analfabeta, o publicar en esos medios de comunicación
que fomentan, cosas tan ridículas como esta con la que encabezo el escrito.
Que me parece se le ha ocurrido a ese angelote que tenéis de entrenador
y que el presidente de la margarita, no sabe ni su nombre siquiera, porque lo
confunde con el que tuvo anteriormente.
Así están las cosas en este país, que cree en esos ídolos de barro que
corren en calzoncillos y camiseta por esos terrenos de juego llamados campos de
fútbol o rectángulos, como decía mi abuela que en gloria esté.
Que el presidente de esa margarita a la que cada vez le quedan menos pétalos
por quitar la siga deshojando.
Y que el fútbol, si sirve para eliminar guerras de este planeta, se
convierta en vuestra religión, aunque vayáis todos al infierno.
Managuper.
Managuper.
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