viernes, 13 de junio de 2014

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VIERNES 13

Mal día para esos creyentes religiosos y sobre todo para esos de una religión futbolera, ya que los tulipanes han florecido en este día que debutaban en ese mundial de fútbol y han endosado a la selección que representa a este país llamado España, la mano de un niño aunque pudieron ser alguno más.

Pero claro el santo, no ha tenido su día hoy precisamente y los que le acompañaban en la procesión tampoco y han andado por el campo de futbol como esas almas en pena, o como esas otras de la Santa Compaña.

Se las prometían felices, porque fueron ellos los que empezaron marcando, pero esto solo fue un espejismo en pleno desierto, ya que el santo se adelantó unos pasos dejando desguarecido lo que mejor sabe guardar, el marco donde normalmente esta encuadrado casi siempre y claro estando fuera del marco, llegó el primero de los tulipanes, lo que igualaba la contienda.

Con el empate nos fuimos al descanso.

Iniciada la segunda parte, el dominio fue totalmente de los tulipanes y así llegaron el segundo, el tercero, el cuarto y el quinto de los tulipanes que eran de color azul, donde el santo también tuvo un par de jugadas desafortunadas, claro que la roja no salió de roja, sino de blanco puro, yo diría que salieron de un blanco casi inmaculado.

Y con tanta pureza sobre el campo, solo se veían tulipanes por todos los lados y encima como se puso a llover, pues los tulipanes crecieron, desarrollaron, abrieron sus pétalos, extendieron sus raíces y se hicieron los dueños del campo.

No hay nada que objetar a todo lo que sucedió en ese terreno de juego llamado El Salvador, donde los que iban de puros, inmaculados o blancos, no pudieron salvarse de los ataques de la naranja mecánica, que precisamente también habían cambiado su color por ese azulón tulipán.

Felicitarles por lo bien que lo han hecho, por el buen fútbol que han desarrollado y esto solo acaba de empezar, aunque la venganza haya sido terrible, la sangre no se ha derramado y esto ya es bastante importante.

Aunque la roja, bien sea porque no se ha puesto esa camiseta que intimida, porque tiene ese color sanguinolento, seguirá luchando para seguir adelante.

Solo se ha perdido un partido, el único que se puede perder, no se ha perdido la batalla todavía.

Desde mi séptimo cielo, y aunque no comulgue con lo de que el fútbol sea una religión, os animo a seguir adelante, ya sabéis lo que dice ese proverbio chino: siete veces caído, ocho levantando.

Hasta esa próxima que puede ser mañana.

 Managuper.







Managuper.

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